El Caso Coyame: ¿Colisión OVNI en el Desierto de Chihuahua?
¿Un OVNI estrellado en México y encubierto por autoridades? Descubre los hechos documentados y el misterio que envuelve al Caso Coyame, uno de los encuentros más inquietantes del fenómeno OVNI en América Latina recordado como "El Roswell Mexicano"
En la vasta extensión del desierto de Chihuahua, donde el calor distorsiona el horizonte y las noches son tan oscuras como insondables, se oculta una historia que ha alimentado teorías, desclasificaciones y temores durante décadas. El llamado Caso Coyame representa uno de los incidentes más enigmáticos del fenómeno OVNI en México, y aunque su mención suele evocar incredulidad o conspiranoia, los elementos documentados en torno a él nos llevan a una reflexión más profunda.
Todo ocurrió el 25 de agosto de 1974, en algún punto cerca del poblado de Coyame, Chihuahua, un lugar remoto donde la vastedad del desierto puede esconder lo que sea... incluso los secretos más impensables.
Según documentos e informes recopilados por investigadores independientes, en especial aquellos ligados a organismos como MUFON (Mutual UFO Network) y testimonios de exmilitares, un objeto volador no identificado fue detectado por radares estadounidenses ingresando desde el Golfo de México (aunque no le guste el nombre a Trump) hacia el norte de México a gran velocidad. Lo que comenzó como una curiosidad se transformó en preocupación cuando un extraño objeto cayó cerca de Coyame y, aparentemente, fue interceptado por fuerzas militares mexicanas. El objeto colisionó con una avioneta Cessna que había salido de El Paso, Texas. El choque desvió a la nave desconocida y finalmete se estrelló en la zona de Coyame.
Trayectoria del objeto desconocido/Imagen: Creative Commons |
La información sobre el incidente comenzó a emerger años más tarde, cuando se filtraron reportes anónimos y mapas operativos a grupos de investigación OVNI en EE.UU. Entre las publicaciones más conocidas está el libro del investigador Noe Torres y el escritor Rubén Uriarte "México's Roswell", según se dice, basado en fuentes militares, en donde se describe un operativo de recuperación encabezado por el ejército mexicano que terminó de forma trágica y misteriosa.
Según las fuentes, un convoy militar mexicano habría llegado primero al sitio del impacto. Ahí encontraron los restos de una nave de origen desconocido, de forma discoidal y con signos evidentes de haber sufrido una colisión. El equipo de recuperación aseguraba la zona cuando, horas después, un segundo equipo —esta vez estadounidense— habría intervenido sin autorización del gobierno mexicano.
Aquí es donde la historia adquiere tintes de thriller geopolítico. La versión más sostenida por los investigadores indica que, tras la llegada del equipo estadounidense, se halló a todo el personal mexicano muerto dentro de sus vehículos. Sin signos de combate ni heridas externas, se sugirió la posibilidad de exposición a una sustancia biológica o radiación proveniente del objeto recuperado. De ser cierto, este detalle convertiría al Caso Coyame no solo en un asunto de vigilancia aérea, sino en un incidente de bioseguridad con implicaciones globales. Aunque también se dice que los militares estadounidenses habrían dado muerte a los soldados mexicanos, lo que nunca se confirmó.
Los restos del objeto, según mencionan algunas fuentes, fueron cargados en un helicóptero CH-47 Chinook y llevados fuera del país, posiblemente a instalaciones militares estadounidenses en Texas o Nuevo México. Desde entonces, el gobierno mexicano ha guardado silencio absoluto sobre el caso, sin negar ni confirmar los hechos, lo que ha alimentado aún más el misterio.
A diferencia de otros relatos que caen en la exageración o la manipulación sensacionalista, el Caso Coyame ha sido abordado por varios periodistas e investigadores con rigor documental. La escasez de testigos presenciales ha dificultado una reconstrucción precisa, pero la coherencia en los informes, la aparición de mapas militares que coinciden con los movimientos reportados y el contexto geopolítico de los años 70 —marcado por una creciente paranoia tecnológica entre EE. UU. y la entonces U.R.S.S.— hacen que el incidente no pueda descartarse como mera invención.
La época también es crucial para entender el silencio oficial. En plena Guerra Fría, la presencia de un objeto volador de tecnología desconocida en una región fronteriza entre México y EE. UU. representaba una amenaza potencial que justificaba cualquier tipo de encubrimiento. Tanto para proteger secretos como para evitar el pánico, los gobiernos estaban más inclinados a esconder que a explicar.
Es significativo que Coyame no haya recibido la misma atención mediática que otros casos como Roswell o Rendlesham. Tal vez por su ubicación, por la barrera del idioma o simplemente por el hermetismo de las autoridades mexicanas. Sin embargo, en los círculos especializados, este caso es considerado uno de los más creíbles y potencialmente verificables de América Latina.
El enfoque sobrio de los investigadores que lo han abordado contrasta con la falta de explicaciones oficiales. No se han encontrado registros meteorológicos que indiquen caída de satélites ni reportes aéreos que puedan explicar el impacto. Además, el patrón de silencio y negación por parte de los gobiernos involucrados encaja con otros episodios de encubrimiento bien documentados a nivel internacional.
A más de cinco décadas del incidente, el Caso Coyame sigue siendo una herida abierta en el mundo de los misterios contemporáneos. Las teorías van desde una simple colisión de un prototipo militar hasta el contacto con tecnología no humana. Lo único claro es que algo ocurrió en el desierto de Chihuahua, algo que aún hoy se intenta mantener en la penumbra.
Los avances en tecnología de investigación, el acceso a archivos desclasificados y el creciente interés por la transparencia en materia de fenómenos aéreos no identificados han vuelto a poner casos como Coyame en la mira. De hecho, organismos como el AARO (All-domain Anomaly Resolution Office) en EE. UU. han comenzado a recibir y catalogar informes históricos, algunos de los cuales podrían, eventualmente, arrojar luz sobre este enigma.
El Caso Coyame, con su mezcla de misterio, tragedia y silencio institucional, permanece como una de las joyas oscuras del archivo OVNI. No necesita adornos ni exageraciones para estremecer al lector informado. Solo requiere ser contado con honestidad, contexto y una dosis de la inquietud necesaria para no olvidar que, quizá, no estamos tan solos… y que algunos secretos prefieren el desierto como sepultura.
El enigma sigue. Y Coyame, más que un lugar, se ha convertido en símbolo de lo no dicho.
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