Mammon: El Demonio de la Avaricia y la Corrupción del Alma


 
En las profundas galerías del imaginario infernal, donde cada entidad representa una perversión esencial del espíritu humano, Mammon ocupa un trono oscuro hecho de oro fundido, monedas ensangrentadas y promesas rotas. Es el demonio que no ruge ni seduce con lujuria, sino que corrompe con monedas tintineantes, propiedades imposibles y fortunas repentinas. Su dominio no es la carne ni la mente, sino el alma que se rinde ante la tentación del poder material. ¿Quién es Mammon, y por qué su figura ha sido tan influyente en la historia de la demonología y la cultura?


El término "Mammon" tiene sus primeras apariciones en los textos bíblicos del Nuevo Testamento, donde se menciona como un amo incompatible con Dios: "No podéis servir a Dios y a Mammon" (Mateo 6:24; Lucas 16:13). Aunque la Biblia no lo identifica explícitamente como una deidad o demonio, el término se ha interpretado a lo largo de los siglos como la personificación del dinero y la codicia.

La palabra "Mammon" proviene probablemente del arameo mâmôn, que significa riqueza o propiedad. Sin embargo, el paso de esta palabra al mundo teológico occidental la transformó en un símbolo del materialismo maligno. En la Edad Media, escritores eclesiásticos y exégetas comenzaron a asociar a Mammon con un demonio específico, representante de la avaricia, uno de los siete pecados capitales.


Durante los siglos XIII al XVII, la demonología europea comenzó a estructurar jerarquías infernales. En este proceso, se asociaron demonios principales a cada uno de los pecados capitales. Mammon se consolidó como el demonio de la avaricia. A diferencia de Asmodeo, que tentaba con el deseo carnal, o Belcebú, que presidía la gula y la corrupción, Mammon influía en los corazones que cambiaban su integridad por riquezas efímeras.

No era un demonio que tomara por la fuerza, sino que ofrecía. Prometía poder, prestigio y placer a través de los bienes materiales. En este sentido, su acción era más peligrosa porque corrompía desde dentro. Una vez que el deseo de riqueza se apoderaba del alma, Mammon había triunfado.

 

La figura demonológica de Mammon

Mammon aparece descrito en algunos grimorios tardíos como un espíritu principesco del infierno. En el Dictionnaire Infernal de Collin de Plancy (1863), se lo representa como un demonio de alta jerarquía, un banquero infernal que custodia los tesoros del averno. En otras interpretaciones, su apariencia fluctúa entre un anciano coronado de oro y un ser grotesco con rasgos porcinos o reptilianos, siempre rodeado de metales preciosos y objetos de lujo.

Los magos renacentistas evitaban invocarlo directamente, pues su influencia podía arrastrar incluso al más virtuoso hacia la destrucción moral. Algunos textos ocultistas afirman que Mammon no concede deseos de dinero sin antes exigir una prenda espiritual, muchas veces vinculada al ego, la vanidad o el alma misma.


Aunque no hay evidencias de un "culto" directo a Mammon como en otros casos de divinidades demonizadas, su figura ha sido interpretada por algunos estudiosos como una continuidad simbólica de antiguas deidades vinculadas a la riqueza y el comercio. En este sentido, algunos han establecido paralelos con Plutón (el dios romano del inframundo y la riqueza subterrránea) o con Midas, el rey de la mitología griega que convertía en oro todo lo que tocaba, aunque estas comparaciones son simbólicas más que históricas.

En la Edad Media y el Renacimiento, el deseo desmedido de riqueza era considerado una forma de idolatría, y a menudo se usaba el nombre de Mammon para denunciar a mercaderes, prestamistas y aristócratas obsesionados con la acumulación material. En este contexto, Mammon actuaba como metáfora viva del deterioro espiritual que conllevaba el capitalismo incipiente.
 

En tiempos modernos, Mammon ha sido recuperado como personaje simbólico en diversas obras literarias y audiovisuales. En Paraíso Perdido de John Milton (1667), Mammon aparece como uno de los ángeles caídos que elige quedarse en el Infierno y construir su propio reino entre brasas y metales. Esta figura encarna la filosofía de que es preferible reinar en el Infierno que servir en el Cielo, aunque eso implique vivir entre el dolor y la desesperación.

En el cine y las series, ha sido representado como banquero demoníaco o empresario corrupto, figura recurrente en relatos de pactos faustianos o de críticas sociales. En juegos de rol y videojuegos, aparece como un demonio que otorga riquezas a cambio de sacrificios oscuros, consolidando su lugar en el panteón moderno del mal.

Incluso algunos economistas, teólogos y escritores contemporáneos usan el término "Mammon" para describir los excesos del sistema financiero global. No se trata solo de una figura mítica, sino de un concepto que encarna los riesgos de una civilización devorada por la codicia.

 

El verdadero rostro de Mammon

Mammon no necesita altares ni invocaciones. Vive en cada acto donde la ambición desmedida sustituye a la empatía, en cada decisión en la que el dinero vale más que la vida. Su poder reside en lo cotidiano, en la corrupción institucional, en los fraudes financieros, en las guerras por recursos, en el vacío espiritual de quienes lo sacrifican todo por acumular.

En la cosmovisión de La Vereda Oculta, Mammon no es solo una entidad demoníaca del pasado, sino un reflejo aterrador del presente. Se esconde tras el lujo, el estatus y la promesa de una felicidad que nunca llega. Es el demonio de los imperios modernos, el murmullo constante de una humanidad que ha cambiado su alma por bienes materiales.

¿Sientes cómo tintinean las monedas mientras lees esto? Quizá Mammon ya te esté mirando. Comparte si lo sientes cerca.
 
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Mammon: El Demonio de la Avaricia y la Corrupción del Alma Mammon: El Demonio de la Avaricia y la Corrupción del Alma Reviewed by Angel Paul C. on junio 17, 2025 Rating: 5

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