Los Ataúdes Inquietos de Barbados: El Misterio de Chase Vault


En medio del calor sofocante del Caribe, entre palmeras y mares de un azul casi irreal, se encuentra un cementerio que parece contradecir la serenidad de la isla. Barbados, tierra de contrastes, guarda entre sus leyendas uno de los relatos más inquietantes de la historia funeraria, ataúdes que, sin que mano humana los tocara, aparecían movidos dentro de una cripta cerrada con bloques de mármol y mortero. El caso es conocido como el misterio de Chase Vault, un sepulcro donde la muerte pareció rebelarse contra su quietud eterna.

El escenario es la Iglesia Parroquial de Cristo, en Oistins, al sur de Barbados. Allí, entre tumbas coloniales, se construyó en el siglo XVIII una cripta de piedra destinada a albergar a familias prominentes de la isla. Su acceso era una pesada losa de mármol que requería fuerza y herramientas para ser retirada. El aire en su interior debía ser denso, un espacio sellado donde los muertos reposaban bajo toneladas de piedra. O al menos, así debía ser.

La leyenda comienza con los entierros de la familia Chase. En 1807, Mary Goddard fue depositada en la bóveda, sin incidentes. Poco después, en 1808, la joven Dorcas Chase fue llevada hasta allí. La historia cuenta que su muerte no estuvo exenta de rumores, se decía que la muchacha, sometida a la tiranía de su padre, Thomas Chase, pudo haberse suicidado. Un mes después, el propio Thomas murió y fue introducido en el mismo lugar. Para entonces, Barbados ya hablaba de la maldición que parecía pesar sobre aquella familia.

La primera anomalía ocurrió en 1812, cuando la cripta fue abierta para recibir otro cuerpo. Ante los ojos de los presentes, los ataúdes ya depositados aparecían desplazados, como si hubieran sido arrojados con violencia. No había señales de vandalismo ni rastros de que alguien hubiera entrado por la fuerza, el sello del mármol estaba intacto. Los ataúdes, pesados y de plomo, yacían en posiciones imposibles de explicar. Se ordenó reacomodarlos y cerrar de nuevo la bóveda. Pero la inquietud ya había germinado.

En 1816, el mismo fenómeno volvió a repetirse. Al abrir el sepulcro, los ataúdes se encontraban otra vez desordenados, algunos volteados, como si una furia invisible los hubiera sacudido. Los rumores crecieron, los fieles murmuraban en voz baja sobre fuerzas malignas o espíritus vengativos. La iglesia trató de calmar las habladurías, pero cada nuevo entierro traía consigo el mismo espectáculo macabro.

El episodio culminante ocurrió en 1820, cuando el propio gobernador de Barbados, Lord Combermere, decidió presenciar la apertura. Lo que encontró se convirtió en el núcleo del mito, los ataúdes estaban nuevamente fuera de lugar, algunos apoyados contra las paredes, otros volteados en posiciones que parecían imposibles. La cripta fue sellada por última vez y se tomó una decisión definitiva, los ataúdes serían retirados y enterrados en distintas sepulturas, pero ya en tierra. Desde entonces, la bóveda quedó vacía. Nunca volvió a ser utilizada. 

 

 

Iglesia Parroquial de Cristo/Wikimedia Commons


 

¿Pero qué había ocurrido realmente en Chase Vault?

Las teorías físicas abundan, aunque ninguna satisface del todo. Una de las más repetidas sugiere que la cripta pudo haberse inundado con agua de lluvia, provocando que los ataúdes, al ser de plomo y pesados, flotaran en la corriente y cambiaran de posición. Sin embargo, no se encontraron restos de agua ni humedad excesiva en el suelo, lo que debilita la hipótesis. Otros especulan con movimientos sísmicos, vibraciones capaces de alterar el orden de los féretros, pero no existen registros de temblores significativos en esas fechas y lo curioso es que en otras bóvedas no ocurría lo mismo.

La explicación más simple sería el vandalismo o las bromas macabras, aunque resulta difícil imaginar a ladrones entrando en una cripta sellada con una losa de mármol de varios cientos de kilos sin dejar rastro alguno. Además, no hubo desapariciones ni saqueos, los ataúdes estaban allí, solo… inquietos.

Lo cierto es que los registros históricos del caso son, en el mejor de los casos, difusos. La historia aparece narrada en 1833 por Sir James Edward Alexander en su obra Transatlantic Sketches, donde asegura haber recibido el relato del rector Thomas Orderson. Sin embargo, no existen crónicas contemporáneas ni documentos oficiales que corroboren lo sucedido en cada apertura. Esto lleva a muchos historiadores a considerar que se trata más de una leyenda construida con base en rumores, exageraciones y simbolismos que de un fenómeno físico real.

Algunos investigadores han sugerido que la historia encierra elementos propios de la simbología masónica, muy presente en el Caribe colonial. Los ataúdes que se mueven dentro de un espacio sellado podrían interpretarse como metáfora de los tormentos del alma encerrada, o como una alegoría sobre la corrupción de las élites coloniales. En este sentido, la narrativa sería menos un caso paranormal y más una parábola moral que encontró terreno fértil en la superstición popular.

Lo cierto es que el mito no se quedó en el Caribe. Escritores como Arthur Conan Doyle se interesaron por el caso, y durante la época victoriana la historia se repitió en colecciones de rarezas y compilaciones de fenómenos sobrenaturales. El Chase Vault se convirtió en un símbolo de la fragilidad del orden humano frente a lo inexplicable. Aún hoy, la Iglesia Parroquial de Cristo es visitada por curiosos y turistas que buscan entre sus muros algún recuerdo de aquellos ataúdes inquietos.

El atractivo del relato no radica tanto en su veracidad como en lo que revela sobre el imaginario humano. El ataúd es el último refugio, el lugar donde la carne se disuelve en silencio. Verlo moverse, alterado, fuera de su lugar, es como una afrenta a la idea misma de descanso eterno. Por eso el caso de Barbados resuena, porque toca una fibra universal, el miedo a que ni la muerte pueda garantizar la paz.

Tal vez nunca sepamos si los ataúdes del Chase Vault realmente se movieron solos o si la historia fue adornada por plumas ávidas de misterio. Quizá lo más inquietante no sea la posibilidad de fantasmas jugando con féretros, sino la certeza de que los vivos, una y otra vez, necesitamos inventar relatos donde lo inexplicable nos devuelve el vértigo.

Hoy la cripta está vacía, sellada, silenciosa. Los ataúdes fueron retirados hace dos siglos. Y, sin embargo, el mito sigue en movimiento, como si aquellas cajas de plomo continuaran desplazándose, invisibles, en la memoria colectiva. El mármol que cubre la entrada guarda ahora solo polvo y sombra, pero en la imaginación de quienes cruzan el cementerio aún se escucha el eco de un crujido... el roce de lo que nunca debió moverse.

 

 Imagen de encabezado creada con Sora IA 

Los Ataúdes Inquietos de Barbados: El Misterio de Chase Vault  Los Ataúdes Inquietos de Barbados: El Misterio de Chase Vault Reviewed by Angel Paul C. on septiembre 05, 2025 Rating: 5

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