El Aswang: El Depredador Nocturno del Folclore Filipino que Acecha en las Sombras
En lo más profundo del imaginario colectivo de Filipinas, hay una criatura cuya mención aún provoca escalofríos entre quienes crecieron escuchando historias al caer la noche. Hablamos del Aswang, un término que abarca mucho más que una entidad concreta. Es un símbolo del miedo ancestral, una sombra que se desliza silenciosa entre los mitos, los callejones mal iluminados y las selvas espesas del archipiélago. En un país donde lo sobrenatural se mezcla con lo cotidiano, el Aswang representa el miedo a lo invisible, a lo que se oculta tras las apariencias más inofensivas.
A diferencia de otros seres del folclore universal, el Aswang no tiene una forma única. Las versiones más extendidas lo presentan como un cambiaformas, puede parecer un anciano, una mujer embarazada, un animal callejero o incluso un vecino agradable. Durante el día se camufla entre la gente, llevando una vida aparentemente normal. Pero llegada la noche, su verdadera naturaleza despierta y su instinto depredador lo guía hacia víctimas inocentes. En muchas regiones, se le describe con lengua alargada y viscosa, ojos brillantes y garras afiladas. Su objetivo principal son los fetos humanos, los niños recién nacidos y las personas moribundas. Su presencia está asociada con llantos en la oscuridad y muertes inexplicables.
Diversos antropólogos y estudiosos de la cultura filipina, como el investigador Maximo Ramos, han documentado múltiples variantes del Aswang a lo largo de las islas. En algunos pueblos es considerado un vampiro; en otros, una bruja, un ghoul o incluso una criatura voladora que se divide en dos para volar con sus entrañas colgando. Estas representaciones se alimentan de la tradición oral que ha resistido la colonización española, la modernidad y la influencia occidental. A pesar de los siglos, el Aswang sigue presente en las conversaciones cotidianas, especialmente en zonas rurales donde la frontera entre lo real y lo sobrenatural se diluye con facilidad.
En ciertos pueblos de las islas en Visayas o Mindanao, todavía se toman precauciones contra este ser. Algunas familias colocan ajo, sal o aceite bendito en las ventanas, creyendo que estos elementos repelen al Aswang. También se cuenta que el sonido de un tiktik —una especie de pájaro nocturno— anuncia su cercanía, aunque de forma engañosa, cuanto más cerca parece estar el sonido, más lejos está la criatura, y viceversa. Esta inversión del sentido común añade un matiz profundamente inquietante al mito. Las historias populares también hablan de espías comunitarios, ancianos que, bajo la máscara de la sabiduría tradicional, en realidad vigilan para alertar a los clanes sobre posibles ataques nocturnos.
Una de las características más perturbadoras del Aswang es su capacidad para infiltrarse en lo social. No ataca como una bestia salvaje, sino como un depredador astuto que estudia a su presa. Puede convertirse en amigo, pariente o cuidador antes de mostrar su rostro verdadero. Este aspecto simbólico ha sido interpretado por algunos como una metáfora del miedo a la traición o a los peligros ocultos en relaciones aparentemente seguras. En tiempos de conflictos sociales, guerras o invasiones, el mito del Aswang adquiría un valor extra, recordaba a las comunidades que el peligro podía venir disfrazado de aliado.
Aunque su raíz es profundamente tradicional, el Aswang se mantiene vigente en la cultura contemporánea. Ha sido objeto de estudios académicos, documentales, novelas y películas. En 2019, un documental filipino llamado "Aswang" analizó su figura desde un ángulo sociopolítico, relacionándola con el miedo colectivo y la violencia estructural en el país. Más allá de lo sobrenatural, se plantea que el Aswang representa también al opresor oculto, al poder deshumanizado que devora sin ser visto. Esta perspectiva transforma a la criatura en algo más que un monstruo, la convierte en un símbolo del sufrimiento cultural y el trauma histórico no resuelto.
A pesar de la creciente modernización y urbanización del país, muchas personas aún creen en su existencia. Las redes sociales y los medios digitales han contribuido a que el mito se revitalice con nuevas formas. Testimonios, grabaciones supuestamente reales, fotografías alteradas y relatos en primera persona circulan en línea, intensificando su presencia. Esto ha hecho que el Aswang trascienda su carácter regional para convertirse en un fenómeno viral, sobre todo entre jóvenes que combinan lo antiguo con lo digital.
No existen pruebas concluyentes de su existencia, pero tampoco se ha logrado extinguir su influencia. Algunas desapariciones en zonas rurales, muertes inexplicables o fenómenos extraños siguen atribuyéndose al Aswang. Médicos rurales, parteras y curanderos locales hablan en voz baja sobre encuentros que desafían la lógica. Y aunque los académicos lo consideran parte del folclore, no faltan quienes insisten en que hay algo más detrás del mito, una realidad que se esconde entre los márgenes de lo visible.
En definitiva, el Aswang es una figura compleja, moldeada por el miedo, la historia y la identidad cultural filipina. Su legado no solo sobrevive, sino que se transforma con los tiempos, adaptándose a las nuevas formas de narración sin perder su esencia.
En La Vereda Oculta, explorar criaturas como el Aswang no es solo una forma de conocer el folclore, sino de adentrarse en las profundidades del miedo colectivo. Un miedo que, a pesar del tiempo, sigue reptando por los corredores de la noche, acechando en silencio, esperando el momento perfecto para mostrarse.
Y tú, ¿sigues creyendo que todo lo que ves es todo lo que existe?
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