Ed y Lorraine Warren: Entre la Fe, el Fraude y el Misterio


En el universo turbio y contradictorio del misterio paranormal, hay personajes que evocan pasiones encontradas, tal es el caso de Ed y Lorraine Warren. Para algunos, fueron cruzados de la fe, enfrentando demonios con crucifijos y oración. Para otros, unos hábiles charlatanes que transformaron tragedias ajenas en espectáculo rentable. Pero más allá de las simpatías o aversiones que generen, su papel en la cultura paranormal es indiscutible.
 

No buscamos repetir lo que cientos de blogs ya han dicho ni caer en la apología fácil ni en el desprecio automático. Aquí nos adentraremos en la figura real de los Warren, su legado, su metodología, sus casos más polémicos y la oscura atracción que aún ejercen. Nos alejaremos de la narrativa hollywoodense para caminar por la vereda oculta de su historia.
 

 

¿Quiénes fueron realmente?

Edward Warren Miney y Lorraine Rita Moran se conocieron en 1943, en Connecticut. Él, un veterano de la marina y expolicía con inclinaciones hacia lo oculto desde su infancia. Ella, una joven católica que decía poseer facultades clarividentes desde pequeña, cuando descubrió que podía ver el aura de las personas. El dúo encontró en lo paranormal no sólo una misión espiritual, sino también una forma de vida. Fundaron la New England Society for Psychic Research (NESPR) en 1952, con el objetivo de documentar, investigar y —según sus palabras— combatir manifestaciones demoníacas.

A diferencia de otras organizaciones más orientadas a la investigación científica, como la venerable Society for Psychical Research (SPR) de Londres, la NESPR siempre estuvo anclada en una visión profundamente religiosa, especialmente católica. Su marco interpretativo se basaba en la guerra espiritual entre el bien y el mal, con poco espacio para explicaciones psicológicas o ambientales. Esta diferencia marcaría para siempre la forma en que serían percibidos.
 

 

NESPR vs. SPR: ciencia contra fe

La comparación entre la NESPR y la SPR no es gratuita. Mientras que la SPR, fundada en 1882 en Reino Unido, ha buscado desde sus orígenes aplicar un enfoque científico y escéptico al estudio de lo paranormal —realizando controles, experimentos y publicaciones revisadas por pares—, la NESPR funcionaba más como una orden de combate espiritual. No se interesaban en probar fenómenos para convencer a la ciencia; les bastaba con identificarlos, exorcizarlos y documentarlos desde su cosmovisión católica.

Mientras que la SPR admite, por ejemplo, la posibilidad de fraudes, pareidolias, alucinaciones o explicaciones físicas para muchos fenómenos, la NESPR tenía una respuesta un tanto más simple, "si hay caos, hay demonios". Esta diferencia es clave para entender por qué, mientras unos ven a los Warren como pioneros del misterio, otros los tachan de fanáticos medievales con grabadoras.
 

 

El museo de los horrores

En su casa de Monroe, Connecticut, Ed y Lorraine montaron un museo de objetos malditos que sigue funcionando hoy bajo la tutela de su yerno, Tony Spera. El lugar, oscuro y saturado de iconografía religiosa, aloja supuestas reliquias infernales, espejos poseídos, muñecos embrujados, artefactos utilizados en rituales satánicos, y por supuesto, la famosa muñeca Annabelle, encerrada en una urna de cristal.

Este museo, lejos de ser un simple atractivo turístico, simboliza la filosofía de los Warren, según ellos, el mal es tangible, puede adherirse a objetos, y debe ser contenido. Pero también refleja el giro comercial que tomaron sus actividades, algo que sus detractores no han dejado de señalar. ¿Era una cruzada espiritual o un negocio basado en el miedo?
 

 

 

Casos emblemáticos: entre la sombra y la polémica 

 

El caso Perron (La casa de los 300 años)

En 1971, la familia Perron se mudó a una casa en Harrisville, Rhode Island. Después de un tiempo, afirmaban experimentar fenómenos aterradores como puertas que se abrían solas, olores fétidos y presencias invisibles. Los Warren concluyeron que el lugar estaba maldito por la bruja Bathsheba Sherman, una figura que se dice murió en 1885, aunque no hay evidencias claras sobre el hecho de que practicara brujería o de haber cometido algún crímen . La investigación fue el punto de partida para la película El Conjuro (2013).

Los hechos reales, sin embargo, difieren bastante. No hubo exorcismo oficial, y los archivos históricos no respaldan, como ya decíamos, la existencia de Bathsheba como bruja. Aun así, el caso consolidó la imagen de los Warren como demonólogos infalibles ante el público, aunque ya gozaban de cierto prestigio para los amantes del misterio.
 

 

Amityville: Del crimen a la pantalla grande

Este es quizás el caso más polémico. En 1976, los Warren acudieron a la casa donde Ronald DeFeo Jr. había asesinado a su familia dos años antes. Los Lutz, la nueva familia residente, afirmaban vivir un infierno, escuchaban voces inexplicables, percibían olores nauseabundos y experimentaban levitaciones. Los Warren concluyeron que la casa estaba infestada de entidades demoníacas.

Sin embargo, múltiples investigaciones periodísticas han demostrado inconsistencias en los testimonios. El abogado William Weber, que representaba a DeFeo trató de alegar locura en el caso de su defendido a causa de una supuesta presencia demoníaca en la casa, pero su argumento no tuvo efecto. Pasado el tiempo, junto a los Lutz, afirmaba que en realidad la casa estaba infestada, sin embargo, declaró años más tarde, que todo había sido mentira y que mezclaba algunos hechos reales con falsedades con el fin de publicar libros y películas. El caso dividió a la comunidad paranormal y dañó la credibilidad de los Warren entre los escépticos. Hay que hacer énfasis en el hecho de que hay 18 películas de la casa de Amityville relacionadas a los supuestos hechos de presencia demoníaca y fenómenos paranormales.
 

 

El juicio del demonio: Arne Cheyenne Johnson

En 1981, Arne Johnson asesinó a su casero y vecino Alan Bono . Su defensa alegó posesión demoníaca, con la ayuda de los Warren, quienes aseguraban que el espíritu que había poseído previamente al hermano menor de su novia se había transferido a Johnson.

Aunque el tribunal no aceptó esa defensa, el caso inspiró la película Asesinato Diabólico (The Demon Murder Case, 1981) y dos décadas después, El Conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo (2021). De nuevo, la narrativa fue espectacular, pero la evidencia fue endeble. El caso fue más un fenómeno mediático que una prueba convincente de lo sobrenatural.
 

 

Annabelle: el demonio en una muñeca de trapo

Uno de los pilares del mito Warren. La verdadera Annabelle es una muñeca Raggedy Ann, muy lejos de la imagen aterradora del cine. Según los Warren, la muñeca fue poseída por el espíritu de una niña y luego por una entidad demoníaca. Está encerrada bajo llave, con advertencias explícitas de no tocarla.

Aunque este caso ha sido usado hasta el hartazgo por Hollywood, no existen pruebas de daño físico causado por la muñeca, ni testimonios independientes que respalden la historia original. Aún así, la figura de Annabelle se convirtió en ícono pop y alimentó el negocio del museo. A pesar de ello, recientemente la muñeca volvió a causar polémica debido al lamentable fallecimiento del investigador Dan Rivera quien presentaba a Annabelle en un Tour Paranormal, y según algunos testigos, la sacó de la caja que protegía a las personas del peligro de representa. Las causas del fallecimiento del investigador no han quedado del todo claras.

 

 

Críticas y controversias

Numerosos investigadores, incluyendo figuras como Joe Nickell y Benjamin Radford, han señalado la falta de pruebas sólidas en los casos de los Warren. Se ha cuestionado la manipulación de testimonios, la falta de documentación objetiva y el aprovechamiento comercial de tragedias reales. Algunos incluso señalan que sus métodos rozaban el abuso psicológico hacia familias vulnerables que vivían duelos o crisis.

En contraste, sus defensores argumentan que su labor era espiritual y no debía juzgarse con parámetros científicos. Para muchos católicos y creyentes, los Warren eran soldados de Dios en una guerra contra lo invisible.
 

 

¿Santos modernos o empresarios del miedo?

La dualidad en torno a los Warren no se puede resolver fácilmente. Fueron, sin duda, figuras clave en la difusión del misterio paranormal en Estados Unidos. Abrieron puertas, escribieron libros, formaron a generaciones de creyentes. Pero también jugaron con el fuego de lo espectacular, lo mediático y lo rentable.

Su legado, encarnado hoy en la NESPR y en la franquicia El Conjuro, oscila entre el culto y la crítica. Y esa ambigüedad es, quizás, su mayor hechizo.


Ed y Lorraine Warren fueron mucho más que demonólogos católicos. Fueron el producto de una época, la manifestación de una necesidad humana por creer que el mal tiene rostro,  nombre y se puede combatir con oración y valentía. Pero también encarnaron los peligros de imponer una sola narrativa ante lo inexplicable, y de transformar el dolor ajeno en espectáculo.

En el fondo, su historia nos hace pemsar que no todo lo que asusta es demonio, no todo lo que brilla es santo, y no todo lo que se repite merece ser creído. Pero la última palabra la tienen ustedes.

 

Imagen de encabezado creada con Sora IA 

Ed y Lorraine Warren: Entre la Fe, el Fraude y el Misterio  Ed y Lorraine Warren: Entre la Fe, el Fraude y el Misterio Reviewed by Angel Paul C. on julio 22, 2025 Rating: 5

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