Aleister Crowley: La Bestia, el Profeta y la Sombra que Marcó el Siglo XX
En la vasta galería de personajes que han transitado por el sendero del ocultismo y la transgresión espiritual, pocos provocan tanta admiración o repulsión como Aleister Crowley. Su figura, envuelta en un aura de misterio y escándalo, fue moldeada tanto por sus actos como por los argumentos, veraces o no, que lo rodearon. Crowley fue un poeta, explorador, mago ceremonial, hedonista, hereje para muchos y visionario para unos pocos. Pero sobre todo, fue un hombre que se atrevió a proclamarse como La Bestia 666, un título que resonó como desafío en una Europa aún aferrada a los dogmas del cristianismo y el orden moral victoriano.
El niño que nunca quiso ser siervo
Edward Alexander Crowley nació el 12 de octubre de 1875 en Leamington Spa, Warwickshire, Inglaterra. Su infancia estuvo marcada por una contradicción dolorosa, por un lado, la comodidad material que le brindaba la fortuna familiar, fruto del negocio cervecero; por otro, el férreo control espiritual impuesto por sus padres, miembros devotos de los Hermanos Plymouth, una rama protestante de rígida moral y creencias apocalípticas.
Desde muy pequeño, Crowley percibió que la fe de su familia no era sinónimo de bondad, sino de control. Su padre, un predicador laico, se convirtió en una figura opresiva que encarnaba una divinidad implacable. La muerte prematura de este hombre, cuando Aleister tenía 11 años, lejos de acercarlo al dogma, lo empujó al cuestionamiento y la rebelión. En sus diarios posteriores, confesaría que fue entonces cuando comenzó a asociar la figura paterna con un dios cruel al que había que desafiar.
A los 15 años ya había leído textos de alquimia, filosofía oriental y poesía mística, sembrando en su mente la idea de que la verdad podía encontrarse fuera de la Biblia. Esta semilla germinaría con fuerza en los años por venir.
El despertar del iniciado: la Golden Dawn
En 1898, mientras estudiaba en Cambridge, Crowley se unió a la Orden Hermética de la Golden Dawn, una de las sociedades secretas más influyentes de la época. La Golden Dawn combinaba cábala, alquimia, astrología, magia ceremonial y simbolismo hermético en un sistema de iniciaciones jerárquicas. Allí, bajo la guía de Samuel Liddell MacGregor Mathers y otros iniciados, Crowley aprendió técnicas de meditación, rituales complejos y métodos de visualización que marcarían el núcleo de su práctica mágica.
Pero su paso por la Golden Dawn fue turbulento. Su personalidad arrogante, su desprecio por las jerarquías y sus prácticas sexuales poco ortodoxas lo enfrentaron a figuras como el poeta W. B. Yeats, quien lo consideraba un intruso peligroso. Las luchas internas terminaron con su expulsión, pero para Crowley aquello fue un bautismo de fuego, había probado el sabor del poder oculto y no pensaba renunciar a él.
El Cairo y la revelación de Aiwass
En 1904, Crowley viajó a Egipto acompañado de su esposa Rose Edith Kelly. Durante su estancia en El Cairo, ambos realizaron rituales de invocación que, según él, culminaron con la aparición de una entidad no humana llamada Aiwass. Esta voz invisible le dictó El Libro de la Ley (Liber AL vel Legis), texto fundacional de su sistema filosófico y religioso, Thelema.
El núcleo de Thelema se resume en dos frases:
Haz lo que quieras será toda la Ley.
Amor es la ley, amor bajo voluntad.
Estas máximas no eran, para Crowley, una invitación al libertinaje sin control, sino un llamado a descubrir y obedecer la “Verdadera Voluntad” de cada individuo, un propósito de vida alineado con el orden cósmico. La provocación radicaba en que este camino podía implicar romper cualquier ley humana o moral que se interpusiera.
El escándalo como estrategia y como condena
La vida de Crowley después de 1904 fue un torbellino de viajes, experimentos mágicos, polémicas y excesos. Fundó la Abadía de Thelema en Cefalú, Sicilia, un espacio destinado a vivir según sus principios. Allí, los rituales incluían magia sexual, consumo de drogas psicodélicas y prácticas que escandalizaban a la prensa británica.
Los tabloides lo bautizaron como El hombre más perverso del mundo, acusándolo de satanismo y de pervertir a la juventud. Aunque Crowley no adoraba a Satanás, sí utilizaba la imaginería diabólica como arma contra el puritanismo. El número 666, con el que se identificaba, era para él un símbolo de rebelión y autodeificación.
En sus escritos, como Magick in Theory and Practice, expuso con detalle sus métodos y teorías, dejando claro que para él la magia era “la ciencia y el arte de causar cambios en conformidad con la voluntad”.
Entre el místico y el farsante
A lo largo de su vida, Crowley alternó periodos de intensa actividad esotérica con fases de pobreza, adicción y abandono. Practicó yoga en Ceilán, escaló montañas en México, incluyendo el volcán Popocatépetl, y el Himalaya, escribió poesía, pintó cuadros y mantuvo correspondencia con figuras políticas y artísticas de su tiempo.
Para sus seguidores, era un maestro capaz de abrir puertas hacia dimensiones invisibles. Para sus enemigos, un degenerado que se aprovechaba del misticismo para satisfacer sus deseos carnales y su ego. Esta dualidad lo acompañó hasta el final.
Crowley murió el 1 de diciembre de 1947 en Hastings, Inglaterra, a los 72 años, aquejado por la bronquitis crónica y los efectos de la heroína. Su funeral, al que asistieron pocos, fue calificado por la prensa como una “misa negra”, aunque en realidad se recitaron pasajes de El Libro de la Ley.
Lejos de desaparecer, su influencia se expandió. Músicos como Jimmy Page, David Bowie y Ozzy Osbourne lo convirtieron en icono; autores de comics como Alan Moore y Grant Morrison retomaron su simbología; y en el mundo esotérico, Thelema sigue siendo una senda viva, estudiada y practicada por miles.
Crowley hoy: entre la sombra y la admiración
El siglo XXI ha rehabilitado en parte la imagen de Crowley. Historiadores lo consideran un precursor de la contracultura, un pionero en la exploración de la sexualidad y la espiritualidad no dogmática. Sin embargo, su vida también deja muestra de cómo el poder espiritual puede corromper y destruir.
Crowley fue maestro y advertencia, visionario y bufón, profeta y provocador. Su legado, como toda sombra, depende del ángulo desde el que se mire.
Frases célebres de Aleister Crowley
“Haz lo que quieras será toda la Ley.”
“La magia es la ciencia y el arte de causar cambios en conformidad con la voluntad.”
“El hombre debe aprender a pensar por sí mismo.”
En Aleister Crowley convergen las personalidades del mago, el rebelde y el hereje. Fue un producto de su tiempo, pero también autor de una visión que sigue inspirando y perturbando. No hay forma de reducirlo a un simple villano o a un santo del ocultismo, fue, y seguirá siendo, una figura importante, habitante de los márgenes donde lo humano y lo divino se confunden.
![]() |
Aleister Crowley en 1925 |
Imágenes de Wikimedia Commons
