La Templanza y El Diablo: El Equilibrio y la Tentación en el Sendero del Tarot



 En el mundo simbólico de los arcanos mayores, pocas cartas encierran una oposición tan compleja como La Templanza (XIV) y El Diablo (XV). Ambas habitan territorios contrastantes. La primera evoca serenidad, alquimia interior y la virtud del equilibrio, mientras que la segunda se presenta como un espejo oscuro, un arquetipo de esclavitud y deseo. Pero en la narrativa del Tarot, estos extremos no se contradicen, se complementan. En su tensión, se revela un secreto sobre la condición humana y el viaje iniciático de la conciencia.



La Templanza: el arte sagrado de la transmutación

La carta de La Templanza muestra comúnmente a un ángel andrógino vertiendo líquidos entre dos copas. Su gesto es pausado, deliberado, como si midiera con exactitud las proporciones de una fórmula secreta. Este acto representa la alquimia espiritual, la búsqueda de armonía entre opuestos. No se trata de la negación de los extremos, sino de su integración.

Desde una perspectiva histórica, La Templanza se asocia con la virtud cardinal del mismo nombre dentro del pensamiento medieval, heredera de la filosofía griega. En textos como los de Tomás de Aquino, la templanza es el dominio de los deseos y la justa medida en el actuar. Sin embargo, en el Tarot, su significado va más allá de la moral cristiana, remite a una sabiduría interior, a la capacidad de fluir sin dejarse arrastrar.

Algunos estudiosos han asociado esta carta con el arcángel Gabriel, mensajero de revelaciones y voz del equilibrio divino. Otros la han vinculado con antiguas deidades hermafroditas o alquímicas, encarnaciones de la unión de los contrarios. Sea cual sea su interpretación, La Templanza sugiere al consultante a cultivar la paciencia, el balance y la capacidad de sanar sin romper.

En el recorrido iniciático del Tarot, esta carta se manifiesta tras el umbral de la muerte simbólica. Luego del despojo que representa el arcano XIII, llega el momento de la reconstrucción interna. La Templanza no exige acción violenta ni revoluciones, pide integración, reconciliación de lo que parecía irreconciliable.

 

 




El Diablo: el rostro seductor de la esclavitud interior

Si La Templanza es el arte de unir, El Diablo es la fuerza que divide y encadena. Su representación tradicional muestra a un ser demoníaco de aspecto cabrío, con alas de murciélago y ojos penetrantes. A sus pies, dos figuras humanas están encadenadas, aunque las cadenas, al observarse de cerca, son lo suficientemente flojas como para ser removidas.

Esta carta no alude necesariamente a un ente sobrenatural malvado, sino a una fuerza interna, los deseos reprimidos, las ataduras psicológicas, los hábitos autodestructivos. En los tratados esotéricos, El Diablo ha sido interpretado como una versión arquetípica del "yo sombra", el aspecto negado de nuestra personalidad según la psicología jungiana.

Históricamente, esta figura también recoge elementos de Pan, el dios griego de la naturaleza y los instintos, cuya figura fue demonizada con el cristianismo. El Diablo del Tarot no es el mal absoluto, representa lo que no se integra, se convierte en cadena. En este sentido, es el complemento oscuro de La Templanza. Si ella es el fluir, él es el apego. Si ella cura, él exacerba.

En la evolución del consultante, El Diablo puede indicar una etapa en la que las pasiones, el materialismo o las dependencias se vuelven protagonistas. No para condenar, sino para confrontar. Pues solo mirando al monstruo de frente es posible desactivar su poder.

 




Dualidades necesarias en el viaje interior

El encuentro entre La Templanza y El Diablo en el Tarot no es un accidente. Es una confrontación simbólica entre dos formas de entender el poder, uno que nace del dominio interior y otro que se alimenta de la sumisión al deseo descontrolado. Ambos son parte del mismo camino.

No se puede llegar a la verdadera sabiduría sin conocer la tentación. No hay templanza sin antes haber tocado el exceso. El Tarot, en su lenguaje simbólico, no moraliza, muestra los posibles caminos. En este tramo del viaje, el consultante aprende que no basta con avanzar en línea recta; es necesario también descender a los infiernos propios, reconocer la sombra, y luego emerger con una comprensión más profunda de sí mismo.



Resonancia contemporánea y sentido espiritual

En el mundo actual, donde el exceso y la saturación de deseos son moneda corriente, La Templanza y El Diablo tienen un toque especial. Las redes sociales, el consumismo y la hiperconectividad son versiones modernas de las cadenas que El Diablo exhibe. Frente a esto, La Templanza se vuelve un recordatorio de la importancia de la pausa, la introspección y la sobriedad emocional.

Ambas cartas, juntas, proponen una alquimia moderna de  transformación, del caos a la energía creativa. Reconocer que incluso los aspectos más oscuros de uno mismo pueden tener un propósito si se les canaliza con conciencia.

En el sendero de La Vereda Oculta, cada arcano es una enseñanza envuelta en símbolos. La Templanza y El Diablo son dos guardianes de un principio invisible, uno que separa la voluntad consciente de los impulsos inconscientes. Entenderlos no es una tarea de un día, sino un trabajo profundo, paciente y revelador.

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La Templanza y El Diablo: El Equilibrio y la Tentación en el Sendero del Tarot  La Templanza y El Diablo: El Equilibrio y la Tentación en el Sendero del Tarot Reviewed by Angel Paul C. on junio 19, 2025 Rating: 5

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