La Epidemia de la Risa de Tanganica: Una risa que no termina


A veces, el terror no llega con sombras ni gritos, sino con algo aparentemente inocuo, una risa. Sin embargo, en 1962, un fenómeno en el corazón de África Oriental demostró que incluso la risa puede transformarse en un misterio médico y social que aterroriza y desconcierta. La epidemia de la risa de Tanganica, en la actual Tanzania, rompió la frontera entre la mente colectiva y lo inexplicable.

Era un lunes cualquiera en Kashasha, en un pequeño internado de niñas, cuando comenzó. Tres estudiantes empezaron a reír sin razón aparente. La risa, primero contenida, se volvió incontrolable y contagiosa. En cuestión de días, decenas de niñas se unieron, incapaces de detener sus carcajadas. Lo que parecía una travesura escolar se convirtió en un fenómeno que afectaría a más de mil personas y se extendería a varios pueblos cercanos. En algunos casos, la risa se convritió en llanto.


La epidemia no seguía un patrón predecible. Afectó principalmente a adolescentes, aunque algunos adultos no fueron inmunes. Las risas podían durar horas, interrumpiendo la escuela, el trabajo y las actividades cotidianas. Los pacientes experimentaban agotamiento extremo, dolor físico y, en casos prolongados, desnutrición debido a la incapacidad de comer correctamente durante los episodios.

Los médicos se enfrentaron a un rompecabezas, no había virus, bacteria ni intoxicación alimentaria que explicara la causa. Algunos especularon con la histeria colectiva, un fenómeno psicológico donde la ansiedad y el estrés se manifiestan físicamente y se propagan socialmente, casi como un contagio invisible. Sin embargo, lo que hizo único a Tanganica fue su escala y duración, que desafiaban la comprensión científica de la época.

 

Contexto sociocultural y psicológico

En 1962, Tanganica era una región marcada por tensiones sociales, presión escolar intensa y cambios políticos significativos, la independencia estaba recién alcanzada, y la incertidumbre sobre el futuro generaba un clima de estrés constante. La escolarización masiva, la disciplina estricta y la coexistencia en internados hacinados creaban un caldo de cultivo para episodios de histeria colectiva.

Los psicólogos modernos señalan que estos factores, combinados con la sugestión y la observación de los demás, pueden desencadenar síntomas físicos y emocionales que se propagan como un “virus psicológico”. Cada carcajada se convertía en un estímulo que activaba la respuesta de otros, multiplicando la intensidad y duración del fenómeno.

 

Casos y testimonios

Entre los relatos más escalofriantes se encuentra el de una niña que no pudo parar de reír durante 16 días consecutivos. Otra, aparentemente normal por la mañana, caía en carcajadas incontrolables por la tarde, incapaz de participar en la vida cotidiana. Algunas personas perdieron peso debido a la imposibilidad de comer; otras abandonaron la escuela temporalmente.

Los adultos, testigos impotentes, estaban atrapados en un estado de fascinación y horror, no podían persuadir a los afectados para que detuvieran la risa, y los médicos carecían de remedios eficaces. Escuelas cerradas, oficinas paralizadas, pueblos enteros atrapados en un caos surrealista. Una risa inocente que se volvió terrorífica.

 

Epidemias similares en la historia

Aunque Tanganica es el caso más famoso, no fue único en la historia, aquí hay dos ejemplos:

Bailes compulsivos de Estrasburgo (1518): cientos de personas danzaron sin descanso, algunas hasta la muerte.

La epidemia de desmayos en Le Roy, Nueva York (2011): niñas adolescentes afectadas por ataques de ansiedad y convulsiones psicogénicas.

Estos casos refuerzan la hipótesis de que la mente humana, bajo estrés colectivo o social, puede generar fenómenos físicos que desafían toda explicación lógica.

 

Interpretaciones médicas y psicológicas

El consenso actual apunta a la histeria colectiva o trastorno de conversión masiva, donde los síntomas físicos (como risa incontrolable, desmayos o tics) se originan en la mente, no en agentes externos. Sin embargo, el caso de Tanganica sigue causando polémica porque:

La duración fue prolongada, con episodios que se extendían días o semanas.

La propagación fue rápida, afectando a cientos de personas en múltiples localidades.

La intensidad y el impacto social fueron extraordinarios.

Algunos investigadores sugieren un “contagio emocional”, donde la percepción de estrés y miedo de unos se transmite a otros, amplificando la reacción inicial. En entornos de alta presión, la mente colectiva parece tener su propia dinámica, casi como si operara bajo leyes invisibles.

 

 

La mente como misterio

La epidemia de la risa de Tanganica es un ejemplo de cómo la mente humana puede comportarse de maneras que desafían la lógica. Lo cotidiano —una sonrisa, una carcajada— puede convertirse en un arma invisible capaz de paralizar comunidades enteras.


¿Hasta qué punto somos dueños de nuestras emociones?

¿Qué otros fenómenos colectivos están ocultos bajo la superficie de la vida cotidiana?

¿Puede la mente humana desencadenar eventos que parecen sobrenaturales, sin que intervenga ningún agente externo?


En el fondo, el fenómeno de Tanganica expone la fragilidad y la potencia de la mente colectiva, un misterio médico que se sitúa en la frontera entre la ciencia y lo inexplicable.

 

Imagen creada con Sora IA 

La Epidemia de la Risa de Tanganica: Una risa que no termina  La Epidemia de la Risa de Tanganica: Una risa que no termina Reviewed by Angel Paul C. on noviembre 02, 2025 Rating: 5

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